lunes, 3 de enero de 2011

NIRVANA

   
Las hojas caían sobre la escalera,
extrañamente eran hojas de árboles.

Los árboles transplantados habían crecido,
la hierba y las flores también crecieron,
una savia nueva impulsó raíces profundas.

En la escalera también había hojas de papel,
era la música, la plástica y la gráfica,
el arte de crear con borrones y letras,
el arte de componer nuevas canciones.

Tú te habías marchado con el otoño,
como tantas hojas del tiempo,
como tantos calendarios y relojes,
quiero decir, como algo ya desprendido.
¿Cómo puedes retener el tiempo?
¿Cómo puedes retener un calendario viejo?
¿Cómo puedes detener un reloj
a la hora de las cinco?
Sin embargo, y esto es lo importante,
sobre la escalera estabas tú y tus huellas,
pesadas y dulces melodías sobre el piano,
las pinturas yaciendo olvidadas, 
las poesías rebeladas contra toda métrica,
las balas del suicida en mi mente,
tus preguntas acerca del tiempo y el espacio,
tu andar y tu venir retenidos en mi retina.

El sol disipará la niebla, la muerte lúgubre, 
la brisa transplantará las hojas secas,
mi calendario eliminará algunos meses, 
será tan sencillo como eso:
como detener todos los relojes del tiempo...

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