Una espada afilada, atraviesa mis dolores,
un dolor profundo lento y persistente,
ataca mi mente, mi alma mi ser cada segundo...
Un orgullo destruído trata inutimente de volver,
un corazón herido mo disimula sus latidos
y un llanto sin consuelo destruye mis párpados.
Todo ha terminado, los Dioses ya se fueron,
permanentes aliados de la imagen,
mis soldados de la com postura y la prudencia.
Han hecho su retirada y he quedado solo.
¿Qué sentido tiene una pena inmensa?
¿Qué puede hacer el hombre ante un puñal artero?
¿Qué puede sentir el alma por un amor ido?
¿Cómo puedes revivir si ya te han dado muerte?
¿Quién podrá conciliar el sueño ante el desconsuelo?
No te preocupes, deja que llegue la mañana,
mira el reloj y siente como se te va la vida,
escucha el rumor del viento y parpadea como él
escucha la noche inmensa con su cielo gris
y espera la aurora que traerá la luz nueva.
Las horas son quietas y enormes, nadie a tu lado,
se han ido tus amigos, tu llanto es íntimo.
La carroza florida con su luto profundo,
su cantar triste, su cortejo interminable, ya lo sé,
va escondida en el secreto de tu alma
y vuelves una vez más a tus momentos idos:
a tu infancia inocente, a tu pura adolescencia,
al viejo cuarto donde dormía tu madre,
a tus hermanos crecidos, a todos los años vanos.
Una espada afilada, cruel perversa y aguda
no ha perdonado tu reciente primavera,
un inmenso vahío y una triste lejanía
adormila en tu pecho roto y destrozado.
No necesitas palabras, ciertamente no las quieres.
¿De qué sirve una palabra inicua ante el dolor?
¿De que sirve un canto triste, un poema
una mariposa volando, una primavera florida?
¿De qué te vale una armonía de voces,
mil pianos, mil violines, mil sonatas?
¿De qué te sirve la risa de otros, el pensar de otros,
dime, de que te sirve la felicidad de otros?
Algo es evidente: no quiero saber donde comienza.
El comienzo me ensañará y mantendré ilusiones,
el recuerdo me hará daño pues tú no existes,
el recuerdo es un pequeño martirio porque es ayer.
Yo no quiero el ayer, no quiero el mañana,
no sé aún si quiero este presente. No lo sé.
Mi alama está turbada, herida y muerta,
mis proyectos de ayer, destrozados y deformes,
escucho una risa pasajera, un murmullos de voces
una burla compartida y una intimidad malvada.
Alguien se ha reido y el mundo dejó de ver,
alguien ma ha herido y el mundo se detuvo.
Ciertamente aquello , ni esto, es traición,
no es traición cuando tu le dejas libre
puedes tomar o no tomar mis caminos
puedes ir y venir cuando tu lo quieras
puedes quedarte fuera de mi como lo has hecho.
Era muerte ya anunciada, es evidente.
¿Dónde se detuvieron entonces tus ojos?
¿Por qué no divisaste el camino marcado?
Una espada afilada está cerca de mi piel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario